martes, 9 de febrero de 2010

Ritual de Iniciación: Sexo

El título hace referencia al hecho que nos encontramos, en los últimos años, de manera frecuente: El adelanto del interés por las cuestiones sexuales.

No se trata de la curiosidad acostumbrada, más o menos encubierta, sino de un interés más explícito a la hora de asumir posturas, formas, lenguaje, indumentaria, vinculadas con una sexualidad relacional todavía demasiado incipiente. Lo que veíamos que ocurría a los 14 ahora lo estamos viendo a los 11, a los 12.


En ellos suele estar dirigido hacia el mundo del consumo de la sexualidad como posibles sujetos activos y en ellas mucho más hacia la adquisición de un estatus de deseabilidad. Tal vez en ellas sea más fácil identificarlo porque se manifiesta de forma más abierta al tener mucho que ver con la adopción de roles sexuales expresados en formas de vestir y relacionarse de manera más explícita hacia los chicos y en ellos menos evidente en estos primeros años puberales al manifestarse más como inaccesibilidad hacia ellos por parte del mundo adulto. En los dos sexos parece que adquiere un signo de identidad de pertenencia al grupo casi con un rango de ritual de paso a una nueva identidad.


La ausencia de ritos formales de reconocimiento social relacionados con la maduración sexual y las nuevas capacidades y deseos relacionales provocan un cierto alejamiento entre el cómo esta época es vivida desde la/el dolescente y cómo la estructura el medio social donde están ubicados (familia y escuela fundamentalmente). Lo habitual es que este aspecto sea tomado como un hecho secundario para la vida de los chicos y las chicas, sin embargo es vivido como algo crucial por parte de ellas y ellos.


La identidad de la adolescente y del adolescente se va reafirmando en cada uno de estos pasos que consolidan ese nuevo cuerpo, fuente de conflicto pero simultáneamente de ventajas, y en las nuevas capacidades cognitivas. El mundo toma un nuevo significado. La adolescencia, como período vital y social, es un período de “re individuación sexual”. La percepción que en muchas ocasiones trasladan las/los adolescentes es la exigencia que sienten de convertirse, casi de la noche a la mañana, en mujeres y hombres. Esta exigencia proviene tanto del mundo adulto a la hora de exigencias de rendimientos académicos, de responsabilidades, como por parte de sus propios grupos de iguales.


El potencial de conflicto que genera este período vital, tanto a nivel vivencial del sujeto como del entorno que lo enmarca, es importante. Núcleos de conflicto típicos van a ser la mala aceptación de los propios ritmos de cambio, enfrentados los cambios con falsas creencias sobre el desarrollo y las propias capacidades. Exigencias del entorno para acomodar la imagen a los estereotipos sociales y los problemas que generan en la aceptación de la figura corporal. La anorexia/bulimia, las ansiedades graves de separación y las transexualidades secundarias plantean los conflictos más graves. La sexualidad, la manera de sentirse como varón o como mujer, se ha convertido en el registro más emergente de sus vidas. La historia personal de cada individuo va a ser irremediablemente una historia escrita en clave sexual.

Las y los adolescentes están empezando a escribir su vida en solitario, un esfuerzo considerable que hay que apoyar, potenciar y facilitar.


Recibirlos y percibirlos como personas en las que sus nuevas vivencias sobre su sexualidad son una clave importante para entenderlas puede posicionarnos en una actitud que facilite la comunicación con el mundo adolescente.



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